La Vanguardia

Janine Jansen se resiste a ser una estrella. Para esta violinista criada en una familia de músicos devotos de Bach, la música es sinónimo de naturalidad. Pero su presencia hoy en L’Auditori, en formato de cámara junto al pianista ucraniano Alexander Gavrylyuk, levanta sobrada expectación. Ambos están de gira por España con un programa que incluye sonatas de Prokófiev, Schumann y Franck. Lo presentan en la Sala Pau Casals, donde hace un lustro Jansen debutó con la OBC.

¿Se permite usted explorar nuevas aproximaciones al repertorio cuando no está a las órdenes de grandes batutas y con orquestas que la reclaman como solista?

No es tan diferente la actitud. Se trata de comunicar, escuchar y reaccionar a lo que el otro hace: la manera de hacer música no cambia, pero estando sólo con una persona a la que conoces y con la que has tocado mucho, la libertad para probar cosas nuevas es enorme y la comunicación es muy directa. Es bonito hacer este programa romántico tan expresivo, y pasional. Si dispones de tiempo para ensayar y buscar el sonido, el color y la expresividad de cada pieza es maravilloso.

¿Ha buscado una voz propia, quizás menos pasional, para abordar este programa?

Nunca ha sido mi objetivo. No quiero ser necesariamente diferente. Sólo hacer música de manera natural, en el sentido de que venga de manera natural. La música ha de hablar y cantar. Es difícil expresarlo en palabras pues no somos músicos que hablen de las cosas, sólo hallamos una forma en el fraseo, en la reacción. Pero el objetivo no es distinguirse en las formas estilísticas o de aproximación a la música. Si toco Mozart o Bach no busco ser diferente.

La crítica le alaba los silencios en su interpretación.

En la música hay tanta tensión en el silencio, tanta energía. Si los músicos y el públicos están presentes en el momento se puede producir algo muy poderoso. Eso es lo que me gusta de hacer música, que el tiempo no existe, que todo el mundo está en el momento. Me gusta el silencio de la naturaleza, su pureza, sólo escuchar y estar, ser … Sólo salir de la prisa y ser consciente me inspira. Tal vez suena a cliché eso de estar en el momento, pero la música va de eso para mí. Es de las cosas que más apela a la toma de conciencia, sólo está la mente…

¿Es algo que le enseñaron?

Tuve profesores increíbles pero a los diez años hice mi primer máster con uno del que aprendí muchísimo sobre cómo escucharse y comunicarse. Y también del silencio y del momento, de la tensión del silencio. Cuando él habla estás totalmente con él, en cada palabra, en cada anota que toca, no puedes dejarlo correr. Si llegas a comunicar, es lo más poderoso. Pero no va de mí, va de la música.

De pequeña estaba rodeada de músicos, su padre, sus hermanos, su abuelo, pero dice que nunca sintió presión por convertirse en la estrella que es.

Había mucha música, sí, y mis hermanos y yo estábamos muy implicados en aprender un instrumento. En gran parte era nuestra vida, pero nunca sentí presión de mi familia, es cierto. Nos lo pasábamos muy bien pero no había una expectativa, no se esperaba de ti que fueras buena tocando, ni siquiera que continuaras con la música. Sencillamente nos apoyaban mucho. Y me ayudó que mi padre me acompañara haciendo barroco.

¿En qué momento de su carrera se siente?

Estoy feliz de tener proyectos maravillosos con otros artistas, pero tampoco quiero acomodarme y planear temporadas sabiendo lo que haré. Quiero cosas nuevas, encargos, nuevas piezas, tocar con músicos jóvenes. Los conciertos y viajes han aumentado con los años y he de encontrar un equilibrio. Me gusta dar recitales pero también tocar con orquesta… y estar en casa. La vida es maravillosa si encuentras un equilibrio, te mantienes flexible y hallas la inspiración.

Toca un Stradivarius de 1707 Rivaz – Baron Gutmann prestado por Dextra Musica. ¿Le gustaría poder comprarlo?

Sería imposible. Además ya hay fundaciones magníficas que compran esas piezas de arte y sólo podemos cuidarlas lo mejor que podamos. Este violín lo siento como mi voz, pero no necesito ser oficialmente su propietaria. Bueno, mientras no me lo quiten… jaja.